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martes, 26 de noviembre de 2013

ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

Podría haber casi 500 barcos hundidos en costas del país

¡Saqueo! Es la primera palabra que podría llegar a la mente de la persona que escucha o lee acerca de “tesoros hundidos”. Quizás imágenes de pepitas de oro, piedras preciosas y joyas rondan los pensamientos de quienes intentan lanzarse al fondo del mar, a ver si tienen suerte en la búsqueda de lo que sólo hasta ese momento es una leyenda.
Y no es para menos. Historias de piratas en el Caribe y los galeones cargados de oro junto a otros metales y objetos antiguos que navegaban por las aguas de este continente no son fábulas, aunque la idea de encontrar oro es un poco relativa, ya que el valor de los objetos allí no se estima tomando por lo material, sino más bien por su relación con la historia.



Luego de la colonización de América, el Caribe se ha convertido en una especie de “cementerio subacuático” que evidencia la presencia europea en la región.
Por esa razón, hay personas e instituciones que se dedican, de manera exclusiva, a la búsqueda de esos objetos que podrían aparecer en el océano, algunos de manera ilícita, y otros como un medio de producción, llegándose a conformar empresas internacionales especializadas en la investigación y exploración de galeones hundidos.
Roberto Llerena, un periodista y buzo salvadoreño con 30 años radicado en el país, señala que “no hay en todo el Caribe un país con tantos naufragios de la época colonial como República Dominicana, incluyendo a Haití. Podrían haber más de 500 en toda la isla”.
Llerena, quien fue uno de los buzos que participó en el rescate del barco Conde de Tolosa, explica que la ciudad Santo Domingo era un puerto importante para 1500, y también la sucursal de la Casa de Contrataciones de Sevilla, que se dedicaba a regular el comercio y la navegación de los españoles con América.
Asimismo, el director de arqueología de la empresa exploradora de naufragios Deep Blue Marine, Alejandro Selmi, dice que existen naufragios en la isla desde 1492 hasta la fecha, por el gran movimiento de naves a lo largo de la historia.
“No podemos hablar de un lugar específicamente con más o menos naufragios. Toda la costa de República Dominicana tiene un gran potencial arqueológico bajo sus aguas”, agrega el arqueólogo subacuático.

Empresas 

En el país existen actualmente cinco empresas e instituciones, legalizadas por el gobierno, que tienen concesiones en diversas áreas.
Estas son: Tesoros del Caribe (Caribe Salvage S.A) de Tracy Bowden; Fundación Punta Cana, de Paul Beswick; Anchor Research & Savalge, S.R.L., de Bobby Prichert; Deep Blue Marine, de Wilf Blun, y la Universidad de Indiana, a cargo de Charles Beeker, todas ubicadas en algunas costas de la parte Norte, Sur y Este.
Según Llerena, estas entidades de rescate arqueológico se apoyan fundamentalmente en lo que se conoce como el Archivo de Indias de la corona española, el cual funciona como el único sitio de documentación de todas las colonias españolas.
Este edificio, ubicado en la ciudad de Sevilla, en España, posee unos 43 mil legajos con cerca de 80 millones de páginas y 8 mil mapas y dibujos que proceden de los viajes realizados por los mercantes y tropas españoles.
Llerena dice que allí se pueden encontrar las características del barco, el nombre del capitán y el de la tripulación a bordo, junto con los pasajeros que zarparon en ese viaje. Gracias a esto se puede tener una referencia más directa en la búsqueda y rescate de galeones.
No obstante, Francis Soto, director técnico de la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (ONPCS), indica que por más sofisticados que sean los equipos y por más historiadores que aporten a la investigación, la mayoría de los restos son encontrados por los lugareños.
“Siempre los naufragios son encontrados por los pescadores del área, por más sofisticados que sean los equipos. Los huracanes hacen que el mar cambie todo. Por eso algunas veces salen piezas a la superficie y eso les da una referencia”, explica Soto.
El experto cuenta que “cuando apareció el galeón Guadalupe, en 1976, los lugareños de Miches, municipio de El Seibo, estaban vendiendo botellas en el pueblo y decían que estaban sacando “piezas de oro”. Fue cuando la Marina de Guerra intervino, dando inicio al posterior descubrimiento de esta nave construida en 1702, en España.

Expedición 

La búsqueda podría durar algunos 15 días, pero se podría extender por años.
En el primer día se instala la embarcación de rescate en la zona y se bajan los equipos al fondo del mar. Se comienzan las labores de limpieza y se distribuye el trabajo de los buzos.
En cuanto al equipo de trabajo, Selmi explica que en un proyecto de rescate arqueológico submarino se requiere de un personal entrenado para esa labor, conformado por un jefe de operaciones para los equipos y personal, así como un arqueólogo submarino jefe del proyecto y la excavación.
Además, dice que es necesario un grupo de buzos entrenados y calificados. En la actualidad se están utilizando buzos dominicanos.
Un personal que está en la superficie se encarga del mantenimiento de las embarcaciones y de los equipos de buceo que son necesarios para un buen desarrollo de las actividades.
Llerena agrega que también los acompaña un miembro de la Marina de Guerra y un miembro del museo, el cual lleva un récord de todo el material que se saca del agua cada día.
Con relación a los costos, Llerena y Selmi coinciden en que son muy altos. “Si contamos que se necesita de personal calificado y equipos sofisticados de búsqueda y localización de los pecios (bienes culturales), una compañía puede gastar alrededor de 50 mil a 60 mil dólares mensuales entre salarios, mantenimiento de los equipos y embarcaciones, combustible y alimentación”, señala Selmi.

LISTA DE NAUGRAFIOS RECUPERADOS EN RD 

1. Nuestra Señora de Guadalupe. 1976.
2. Scipion. 1977.
3. Conde de Tolosa. 1977.
4. Nuestra Señora de la Puera y Limpia Concepción. 1978.
5. Nagua.
6. Diómedes. 1982.
7. Imperial. 1982.
8. Flota de Ovando. 1983.
9. Barco de las Pipas. 1986.
10. Laviatte. 1986.
11. Fianse 1985.
12. Casimir (Barco de los Cristales).
13. Barco de los Ladrillos. 1987.
14. Dragón (Barco de los Cañones).
15. Barco de las bolas de mosquete.
16. Los tres cañones.
17. Naufragios de Cristóbal Colón y Juan Aguado.
18. Quedah Merchant (Capitan Kidd). 2007.
19. Naufragio de Santo Domingo.
20. Barco de Marfil.
21. Naufragio de Jacques- Yves Costeau.
22. San Miguel. 2011.

RD elige con qué se queda 

El director de la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (ONPCS), Wilfredo Féliz, dice que las empresas que funcionan legalmente en el rescate de bienes culturales deben dar al Estado 50 por ciento de los artefactos hallados, pero que de todas maneras el gobierno es el que elige primero y no tiene la obligación de dar la mitad de los bienes.
“Nosotros tenemos la opción de pagarle en efectivo, el mejor de los casos sería que tuviéramos el dinero y les pagáramos, pero por las difi cultades fi nancieras del Estado, se les paga a ellos con bienes encontrados en la expedición”, afi rma Féliz.
El funcionario señala que el Estado se ha quedado con colecciones completas, como en el caso del Concepción, de donde se extrajo la cerámica de la Dinastia Ming, la cual se exhibe en la fortaleza Santo Domingo de la Zona Colonial.
Pero en el caso de que hayan pecios únicos (bienes culturales), Féliz indica que hay dos opciones: se compra el bien o se retribuye a la compañía rescatista su valor económico. También podrían optar por darle una cantidad de monedas que retribuya el valor.
Por otra parte, Féliz reconoce que todavía se presentan casos de saqueo y no descarta que se produzca algún tipo de corrupción por parte de las personas encargadas de notifi car a la Ofi cina las piezas que son encontradas. Pero insiste en que la ONPCS procura que los marinos que están en la expedición sean de calidad, con vocación y recomendados por sus superiores.
Sostiene que el plan de la ONPCS es lograr que el Estado se quede con todas las responsabilidades de la búsqueda de bienes culturales y no que le dé concesiones a otras empresas.
Para la situación, explicó que tiene que preparar un personal de buzos y arqueólogos, además de conseguir equipos.

Conservación 

Los barcos hundidos generalmente no se encuentran en altas profundidades. Según expresa el fotógrafo submarinista y arquitecto, Pedro Borrell, los galeones se han encontrado a profundidades de 30 a 60 pies.
De su lado, Selmi estima que para la mayoría de las personas todavía existe la imagen de un galeón sumergido con los mástiles rotos y lleno de tesoros.
“Eso es ficción. La realidad es que los pecios, después de 300 ó 500 años son cubiertos por capas de coral y arena fangosa que los desaparecen y los mimetizan con el fondo marino, de manera que es difícil poderlos diferenciar y se necesitan equipos especiales para localizarlos”, indica.
El arqueólogo apunta que una vez se localizan los artefactos los buzos se dedican a excavar y extraer los bienes culturales que se encuentran saturados de sal y calcio, y que esto podría representar un peligro si se hace sin un procedimiento de conservación adecuado. Dijo que en el caso del hierro, los cañones y anclas pueden durar años en conservarse.
La encargada del Laboratorio Conservación de la ONPCS, Isabel Brito Germán, dice que la conservación de la madera es lo más difícil.
Con relación al valor monetario de los artefactos, la experta explica que una moneda de plata podría valer 60 dólares y una de oro hasta más de 200, pero todo dependerá de su relación con la historia. Generalmente son vendidas a museos y coleccionistas privados.
También hay piezas que tienen un valor especial. Roberto Llerena cita como ejemplo un medallón de oro encontrado en el Tolosa llamado “La Orden de Santiago”, que tiene, según él, algunas 30 piedras de diamantes y rubí valorado en millón y medio de dólares. “Este medallón quedó en posesión del Estado”, asegura.

Museo 

A pesar de que en el país se han encontrado miles de objetos de la época colonial, incluidas colecciones completas de cerámica y vajillas de vidrio, la gran mayoría reposan en el depósito de la ONPCS y otras están en calidad de préstamo en otros museos.
Esto se debe a que el lugar ofi cial destinado para esos fines, el Museo Naval de las Atarazanas Reales, ubicado en la Zona Colonial, lleva casi ocho años cerrado desde su clausura en el 2004 por remodelación, de acuerdo a la directora general de museos del Ministerio de Cultura, Ana María Conde.
“Se cerró porque había mucha humedad y fi ltración en el inmueble, que llegó a afectar la colección, aunque no se dañó, sino que había que limpiarla y estabilizarla, porque gracias a Dios, la mayoría de los materiales de esas colecciones era fácil de limpiar y estabilizar para guardar en un depósito”, explica la funcionaria.

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