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jueves, 26 de septiembre de 2013

ALONSO CUEVAS (PINTURA)



Alonco Cuevas. Gran pintor dominicano, ha participado en un sinnúmero de exposiciones internacionales, individuales y colectivas en París, Madrid, Palma de Mallorca, Sao Paulo, Londres, Cagnes-Sur-Mer, Washington, Miami y República Dominicana.

Alonso Cuevas expuso en la Galería de arte Nader en 1978 junto a artistas continentales como Murúa, Leonicio Villanueva, Eduardo Zamora y Luis Zarate.

Este gran pintor dominicano es un alquimista del dibujo y el color. Cuevas al igual que Iván Tovar, Vicente Pimentel Rincón Mora, Cándido Bidó y Guillo Pérez, ha proyectado su arte internacionalmente y logrando en España, la "Paleta de Oro"

Cuevas es un exelente dibujante donde el fino sentido del color, declaran una gran sensitividad por lo que el pinta, este gran artistas pone a disposición del espectador sus elocuentes trazos lo cual logra con espontaneidad, los que nos hace descubrir los valores perdurables de sus obras. el hace su propia contribución con el uso del exquisito color a que nos tiene acostumbrado. Observamos en las obras de este pintor una exelente luminocidad y un virtuoso trazo del pincel. Alonso cuevas es un mago del pincel.



La pintura del dominicano Alonso Cuevas se hizo notoria a mediado de los años setenta y continuó siendo un puntal de referencia para críticos y artistas durante toda la década siguiente cuando el artista residía en Madrid. Cuevas pertenecía al llamado Grupo de los 7, junto a Alberto Ulloa, Manuel Montilla, Kuma, y otros de su generación que no alcanzaron igual brillo.

De espíritu apacible y reflexivo, la pintura de Alonso Cuevas es una que busca la magia y el origen en la materia misma de las cosas, como si de esa materia fuera posible extraer las energías secretas que mueven el mundo. Desde este presente temporal y desde ese silencioso ángulo, el objeto ejerce su autoridad, su dominio, e influye poderosamente en la vida. Esta visión particular de la pintura de Cuevas le ganó una merecida atención y prestigio, porque además, Cuevas nunca comercializó excesivamente su trabajo ni lo hizo descender a los niveles de la decoración agradable y esteticista predominantes en el medio.

Pero plásticamente, la pintura de Cuevas tiene valores inestimables. En Cuevas se dan los signos del paisaje como un dato visual, como una estructura horizontal básica sobre la que aparecen detalles geológicos, restos de civilizaciones antiguas y olvidadas, o simplemente accidentes del terreno. No es por tanto el paisaje tradicional, sino el informalista, cargado de elementos premonitorios. El color confiere a estos paisajes una dimensión insospechada.

Tan cercano a la abstracción como a la figuración, no sabemos si un promontorio nos conduce a la llanura de un mapa geodésico o si se trata de alguna forma visceral que surge de pronto, como resultado de una visión microscópica de la vida y del mundo.

Cuevas celebra esa ambivalencia, esa ambigüedad, esa dislocación ese ilogismo de la existencia. A veces, Alonso Cuevas permite que un empaste grueso y rico se superponga a otros de tonalidades semejantes, y convierta sus lienzos en una intrincada urdimbre visual que es preciso destejer y desenmarañar para adentrarse poco a poco en su mundo que señala, con indicios y pequeños signos, el destino del hombre.