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jueves, 24 de octubre de 2013

RESUMEN DE LA HISTORIA DEL ORO DOMINICANO

La planta de producción de gravas
Para los dominicanos es un cuento de cuna que los colonizadores españoles extinguieron la raza pobladora de la isla, con trabajos forzados, zarandando arena en los ríos en busca de oro. Tocamos de oído, muy pocos leen la partitura.

Los extranjeros llegados con perros y cruces, espadas y arcabuces, encontraron tantos vestigios del metal precioso, que decidieron ir a la fuente de donde provenían los materiales con los que los aborígenes fabricaban esos ornamentos brillantes que en principio le intercambiaron por espejitos.

Así fue que en 1505, solo una docena de años después del descubrimiento, se inició por primera vez la búsqueda de metales preciosos por excavación; allí en las faldas de Zambrana en las colinas de Pueblo Viejo, provincia Sánchez Ramírez se hizo el primer intento con unas pequeñas cuevas que semejaban la entrada de túneles de galería.
Ese trabajo fue ampliado, con la construcción de un túnel más grande por un equipo a cargo del Dr. Renato Zoppis de Cena en el 1953; éste fue un claro intento del gobierno de Trujillo de embarcarse en una explotación minera, pues en esa época nadie podía tomar una iniciativa de esa categoría sin la anuencia del Jefe.
En 1969, en el primer período de los famosos 12 años del Dr. Joaquín Balaguer, se concedió la exploración de Pueblo Viejo a la Rosario Mining Company, que luego pasaría a llamarse en 1973 Rosario Resources Corporation convertida con la adquisición de los yacimientos mejicanos de la Fresnillo Company en la mayor productora de plata del emisferio occidental.
Precisamente en el 1973 comienza la Rosario Resources Co. la explotación del oro de Pueblo Viejo; comenzó la extracción de oro y plata, en una aleación llamada doré, de un alto contenido de plata y un porcentaje menor de oro; eso fue lo que exportó esa multinacional durante sus años de operaciones en República Dominicana; nunca refinó en el país.
Y doré fue lo que exportó el Estado dominicano, luego de comprar la mina en 1979 por una inversión de US $70 millones de dólares; en nuestro país ni Rosario Resources Co. ni el Estado nunca refinaron oro con caracter comercial de ese yacimiento minero.
A inicios de la década de los 80, tecnócratas consejeros del presidente Don Antonio Guzmán le llevaron a la compra e instalación de una refinería de oro, para separar el doré en sus dos componentes; esa refinería fue instalada en Pueblo Viejo a un costo aproximado de US$5 millones de dólares de la época.
Las razones de no utilizar nunca esas costosas instalaciones, deben estar en los registros de las reuniones del consejo de dirección del Banco Central y la Rosario Dominicana en los años citados; la verdad es que aquello pasó a ser otro elefante blanco, nunca se utilizó.
En el tiempo de producción de la mina en unas manos y en otras, entre 1973 y 1994, Pueblo Viejo produjo para la minera extranjera y para el Estado dominicano una cantidad aproximada de 5 millones de onzas de oro y una cantidad muchas veces superior de onzas de plata; separadas en fundiciones y refinerías fuera de nuestro país.
¿Cómo se puede saber la cantidad estimada de las exportaciones de esos metales durante ese período?_ Simple, yendo a los registros de fundición que se hacían en Pueblo Viejo para obtener los lingotes de doré; esas operaciones de fundición son precedidas por pruebas de absorción atómica, para determinar la composición exacta de lo que se va a fundir; así se conocían los porcentajes de oro y plata de cada lingote.
Sin dudas Pueblo Viejo ha sido el punto más importante de la producción de oro y plata en nuestro país; hay y han habido otras instalaciones en operación, pero en manos del Estado y con tanto tiempo operando, solo la Rosario Dominicana. ¿Y a dónde fueron a dar los beneficios de estos metales preciosos recibidos por el Banco Central en aquellos tiempos?
Ésta es la pregunta del millón, porque el Estado como tal no pudo ni siquera encarar el pasivo ambiental producido por tantos años de operaciones; explotar los óxidos tenía como consecuencia dejar a cielo abierto toda la corteza sulfuroza; la cual se lavaba con cada lluvia y el ácido sulfúrico desprendido engrosaba a los afluentes acuáticos de la zona, además de las presas de cola repletas de residuos tóxicos.
Ojalá haya un mejor destino para los beneficios que producirá la explotación de los sulfuros.